Que no hay acción más tonta,
en toda la extensa tierra,
que buscar un fiel cariño,
cuando la tración lo niega.

Si los meses van y vienen,
formando larga cadena
y la paciencia se agota
en interminable espera.

Que lagrimas no vertidas,
al tornarse en penas,
la debilidad sentida,
en una noche cualquiera.

Y al pensar cómo se enlazan
mis horas siempre desiertas,
me asombra que no se escuche,
¡cómo el corazón protesta!